El lupanar.

Es probable que la mayor parte de la gente no tenga muy claras las funciones de un detective privado, hasta donde podemos llegar, lo que podemos hacer y sobre todo como podemos ayudar a resolver situaciones y problemas que nos surgen en la vida cotidiana. Donde para demostrar que algo está sucediendo no basta con la declaración de muchos, si no que, además hay que constatarlo.

El derecho a la presunción de inocencia, todos somos inocentes hasta que alguien demuestre lo contrario.

Dicho así suena muy bien y parece muy fácil. Pero en la realidad demostrar la «culpabilidad» de otra persona, en los casos cotidianos es muy complejo.

Y si alguien de ustedes ha tenido que hacerlo alguna vez, sabe de lo que estoy hablando.

El caso que les voy a exponer a continuación viene «de rebote», no es la investigación principal, pero son cosas que ocurren en éste oficio.

En este tema no hay seguimientos, infidelidades o bajas fingidas, es investigación pura y dura.

La demostración de que en un piso de un bloque de viviendas se ejerce la prostitución.

Las comunidades de vecinos no saben lo que hacer en éstas ocasiones, hasta que se informan e inician el largo proceso de reunirse, decidir, presupuestos, reunirse de nuevo.

Con las consiguientes quejas, corrillos, consultas a diferentes abogados y amigos que saben más que los abogados. Y a todo ésto sigue pasando el tiempo y el «problema» sigue estando ahí.

Finalmente deciden por unanimidad atacar el tema, se contrata un detective privado, que atestigüe y documente la situación para poder emprender acciones legales.

En éste caso ése no fue el método, como ya he comentado vino de «rebote», pero la tarea a realizar es igual que si viene directamente.

Se realiza un cuestionario tipo, se hace una serie de entrevistas entre los vecinos, los cuales, primero sorprendidos, con prisa, pero según van hablando del problema que tienen empiezan a decir todo lo que pasa en la escalera, incluso cosas que no vienen al caso.

Todos ellos corroboran que en el piso hay una «casa de citas», donde se ejerce la prostitución.

O por lo menos eso parece, por el trajín de gente y las personas que son fugazmente vistas entrando y saliendo.

Vale, ya tenemos las declaraciones de los vecinos. Hay una acusación, es la hora de realizar la entrevista final y observar si lo que manifiestan los vecinos es verdad o se lo inventan.

Se llama a la puerta.

No hay respuesta.

Se llama al telefonillo.

No hay respuesta.

Vaya, parece que no hay nadie o no nos quieren abrir.

Se espera un poco y se intenta de nuevo en el telefonillo.

Esta vez si que abren el portal

Se llega a la puerta, hay que volver a llamar y sigilosamente se entreabre un poco y de forma pausada, pero decidida, se accede al interior.

La mujer que abre la puerta va ligera de ropa y se le realizan una serie de preguntas en base a sus servicios solos o acompañados y lo que cuestan.

Amablemente se rechazan y se abandona el lugar.

Ya está. Misión cumplida.

Cerrado el círculo, de la sospecha, corroboración de la misma y prueba final.

Ya está todo listo para que el juez diga si se demuestra o no se ha podido demostrar, lo que ocurre en la vivienda.

(Pienso que esta vez su señoría si estará por la labor).

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