Seguimos investigando.

Es curioso como van avanzando los días y las semanas y todos los días se nos plantean nuevos retos.

Y al finalizar el trabajo la mayor satisfacción es la respuesta del cliente o clienta. No se trata de vanidad.

En uno de mis últimos casos, cuando regresé ya de madrugada y con el tema resuelto, no podía dormir.

No hacía más que darle vueltas a la cabeza al caso que acababa de cerrar,

Y no por cómo explicárselo a mi cliente, si no, por como se complican la vida las personas.

Si no hubiera sido contratado, el cliente seguiría con sus sospechas, el infiel con sus mentiras y la amante con las con las mismas mentiras hacia su esposo.

Y como en el noventa por ciento de las llamadas todo empezó con un «yo nunca he llamado a un detective privado y no se cómo va, ¿me lo explica?».

Se le pide una explicación de lo que le sucede, del porqué de sus sospechas de infidelidad, se le propone el presupuesto y la forma de actuación y adelante, otro caso nuevo, otro reto.

Les decía que no pude dormir en un buen rato, aunque estaba realmente cansado.

Sin entrar en dar datos, no me quitaba de la cabeza a esa pareja besándose apasionadamente, en una despedida sin fin y a su vez, en sus respectivas casas a sus parejas esperándoles.

Claro está, uno de los amantes no tendría una llegada muy plácida a su cama. El cliente ya estaba informado de todo.

Por lo que posiblemente, estaríamos igual, sin poder dormir.

Y todo comienza con una sospecha, un cambio de comportamientos, un aseo o perfume más a menudo.

Los hombres somos unos zotes para disimular esas cosas, de ser casi unos haraganes, pasamos al cambio de ropa interior, ducha y afeitado casi a diario y cuando se ha quedado para «salir» además el bote de colonia. Jajaja.

Disculpen que me ria, no es un tema de risa es muy serio, pero somos animales de costumbres y además creemos que pasamos desapercibidos. Salvo en contados casos, en casi todos los hogares la mujer se sigue encargando de realizar las «labores del hogar» y entre ellas está el lavado de la ducha, mantenimiento de las toallas, suministro de geles y champús además de la recogida de los calzoncillos y ropas varias, su lavado, planchado y regreso a los cajones.

La mayoría de los hombres se piensan que sus mujeres o son «tontas» o que no se «enteran», pues hombres de España, sus esposas lo saben todo (aunque en sede judicial no se acuerden).

Otro día más y mejor.

Nuevos casos, nuevos retos.

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